Ciencia, plástico y medio ambiente

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Plástico en el aire que respiramos

En una entrada anterior se explicó que en la composición del aerosol antropogénico también se encuentran microplásticos que, en función de su tamaño, pueden mantenerse en suspensión durante mucho tiempo. Como en cualquier otra contaminación por plástico, los seres humanos somos quienes liberamos estas partículas en el medio, por lo que los lugares con mayor densidad de población son los principales focos de emisión. En la entrada mencionada, se proporcionaron on algunos datos sobre tasas de sedimentación de plásticos en diversas zonas urbanas y naturales y se explicó que estos datos se obtienen mediante muestreadores pasivos (colectores que reciben el depósito atmosférico durante un tiempo determinado). Por otro lado, la concentración en términos de número de partículas o masa por unidad de volumen de aire se determina mediante el uso de muestreadores activos, que son sistemas que hacen pasar un cierto volumen de aire a través de un medio filtrante. En cualquiera de los dos casos es posible cuantificar la presencia (en número o masa) de plásticos en polvo ambiental, aunque esta es una determinación poco usual.

Los europeos pasamos hasta un 90 % de nuestro tiempo en ambientes interiores, tales como casas particulares, lugares de trabajo y diversos espacios públicos cerrados. Por lo tanto, el efecto sobre la salud de una mala calidad del aire en interiores es potencialmente más importante que el del aire exterior. Desafortunadamente también es más difícil de estudiar ya que los ambientes interiores son mucho más complejos y variables que los exteriores. El interior de los edificios contiene una diversidad de materiales de construcción y decoración y puede implicar una presencia humana mucho mayor que la de los exteriores. En lo que respecta a materiales plásticos, los espacios interiores pueden contener una amplia variedad de estos en diferentes aplicaciones y productos. Algunos de los más comunes incluyen: policloruro de vinilo en ventanas y revestimientos, polietileno en bolsas y recipientes, polipropileno en alfombras y moquetas, poliestireno en utensilios de cocina desechables, policarbonato o poli(metil metacrilato) en electrodomésticos y equipos electrónicos o poliuretano en espumas de cojines o colchones, entre otros. Por supuesto, todos ellos contienen una amplia gama de aditivos químicos, un tema que merecerá un tratamiento detallado en una entrada posterior.

La gran diversidad de ambientes interiores y la variabilidad de usos que se derivan de diferencias culturales hacen que los datos disponibles sobre la presencia de plásticos en interiores sean aún más dispersos que los obtenidos en muestras de exteriores. Además, existe una notable diversidad en los datos reportados en la literatura científica. Hay estudios con importantes diferencias metodológicas, especialmente en el rango de tamaños muestreados, e incluso con notables deficiencias de calidad, como la ausencia de controles o la identificación de plásticos sin el uso de métodos adecuados, como la espectroscopía infrarroja o la espectrometría de masas. Aun así, la tendencia general indica una concentración de plásticos significativamente mayor en interiores que en exteriores. Esto es más evidente en estudios que comparan, usando la misma metodología y equipos, las tasas de depósito o concentración en ambos tipos de ambientes, aunque estos estudios son escasos. La figura muestra la variabilidad observada en una selección de trabajos (https://doi.org/10.1021/acs.est.0c00087, https://doi.org/10.1016/j.scitotenv.2023.168398 y https://doi.org/10.1016/j.scitotenv.2023.166923). Tanto la concentración como la tasa de depósito, aunque muy variables, presentan valores típicamente un orden de magnitud mayor en interiores que en exteriores.

Comparación de tasas de depósito (muestreadores pasivos) y concentración en términos de número de plásticos por unidad de volumen (muestreadores activos) en una selección de estudios procedentes de la literatura.

La mayoría de los estudios coinciden en que los microplásticos en el aire, tanto en ambientes interiores como exteriores, se presentan sobre todo (hasta en un 90 %) en forma de fibras, lo cual se explica por su mayor movilidad. En general, la composición de estas fibras corresponde a la de los productos textiles más comunes en interiores, incluyendo la ropa. Las fibras sintéticas predominantes son el poliéster, las fibras acrílicas, el polipropileno y las poliamidas (como el nailon). Estas fibras suelen estar acompañadas por una cantidad considerable de fibras de celulosa (no plásticas), que incluyen una amplia variedad de fibras artificiales (celulosa procesada industrialmente) y semisintéticas (como la celulosa regenerada, que abarca el Rayón, el Modal o el Tencel). Sobre la clasificación de las fibras en función de su naturaleza se puede consultar una entrada anterior.

Por supuesto, la inhalación de microplásticos puede tener efectos en la salud humana, tanto por su naturaleza como partículas antropogénicas como por el hecho de que estos materiales pueden contener numerosas sustancias químicas, algunas de ellas potencialmente tóxicas. Sin embargo, la investigación en este campo aún está en una etapa muy inicial, ya que los efectos se manifestarían a largo plazo, lo que dificulta en extremo la obtención de datos concluyentes. De lo que sí han obtenido algunos datos es de la presencia de microplásticos en el aparato respiratorio humano. Algunos artículos científicos han explorado la presencia de microplásticos en liquido de lavado broncoalveolar y en tejidos pulmonares. En cuanto a estos últimos Amato-Lourenço et al. encontraron microplásticos en 13 de 20 muestras de tejido provenientes de autopsias, mientras que Jenner et al. hallaron plástico en 11 de 13 muestras de tejido pulmonar humano obtenido de procedimientos quirúrgicos. En un trabajo realizado sobre muestras procedentes de explantes pulmonares (figura) analizadas en nuestro laboratorio encontramos 5 fibras microplásticas (acrílicas, poliéster y polipropileno) junto con 87 fibras celulósicas, lo que representa una identificación positiva en 5 de 24 sujetos, una prevalencia menor que la referenciada en otros estudios.

Recuperación de un explante para su análisis (Fotografía de la Dra. Diana Navas).

Es importante resaltar que la determinación de fibras microplásticas en tejidos humanos es particularmente difícil por la necesidad de digestión y la dificultad de obtener muestras limpias en un entorno sometido a una fuerte contaminación por fibras, como es el quirúrgico. Sin ser cifras espectaculares, los resultados que se indican muestran hasta qué punto estamos expuestos a materiales artificiales. La pregunta sobre si esta acumulación puede provocar alteraciones en la función respiratoria u otras complicaciones, permanece sin respuesta con los datos disponibles actualmente.


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Roberto Rosal | Catedrático de Ingeniería Química | Copyright © 2025