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Cómo de degradables son los plásticos biodegradables

En una entrada anterior se mencionaron los distintos tipos de bioplásticos existentes. En conjunto constituyen una familia de materiales que incluye productos biobasados y biodegradables. Cuando ambas características se dan simultáneamente el material, a la vez biobasado y compostable, se denomina BioCom. Es preciso insistir en la diferencia entre 'biodegradable' y 'compostable'. Un material biodegradable es aquel que se puede descomponer por la acción de agentes biológicos tales como bacterias u hongos en un periodo corto de tiempo y unas condiciones naturales pero no especificadas. Un material compostable es necesariamente biodegradable, pero, además, tiene que degradarse en unas condiciones establecidas con precisión dando como resultado un material similar al humus que pueda servir como abono o enmienda orgánica al suelo.

El compostaje es un proceso aerobio (aunque puede aplicarse al residuo de una digestión anaerobia cuyo objetivo es producir metano) que se lleva a cabo tanto en instalaciones industriales como domésticas. En algunos países, el compostaje doméstico es muy común. Sin embargo, es importante tener en cuenta que no se trata simplemente una versión en pequeña escala del proceso industrial; son dos métodos diferentes. El compostaje doméstico promueve la responsabilidad personal en la gestión de desechos y simplifica el tratamiento de las partes que finalmente llegan a las plantas de gestión centralizada. Sin embargo, las condiciones para el proceso, como la temperatura, la humedad y la aireación, son difíciles de controlar en dispositivos caseros y difieren sustancialmente de las que se mantienen en las instalaciones industriales. En estas últimas, las pilas de compostaje se airean de manera constante, se controla la humedad y se alcanzan temperaturas de hasta 65 °C. Esto favorece el crecimiento de microorganismos termófilos y permite mantener una diversidad biológica alta. Como resultado, se reducen significativamente los tiempos de descomposición.

En lo que respecta a los bioplásticos se da la circunstancia de que muchos de ellos no son adecuados para el compostaje doméstico. La compostabilidad industrial está regulada por las normas EN 13432 (envases) y EN 14995 (general). Diversas entidades como DIN Certco o TÜV-Austria certifican la compostabilidad de materiales e incluso existe una norma europea reciente (julio de 2023) para certificación en sistemas domésticos de compostaje (EN 17427 : Requisitos y programa de ensayo para bolsas de transporte adecuadas para el tratamiento en instalaciones de compostaje domésticas bien gestionadas). La diferencia más importante es que mientras los sistemas de compostaje doméstico funcionan a temperatura ambiente (25 °C), los industriales se certifican a 58 °C. De ahí que existan certificaciones específicas como la TÜV OK Compost Home.

El compostaje doméstico funciona razonablemente bien con bolsas ligeras. Se trata de films hechos con almidón termoplástico y bioplásticos como el poli(ácido láctico) que degradan en compostadores industriales en un tiempo que va de algunas semanas a varios meses, dependiendo de las condiciones y de la tecnología utilizada (el cumplimiento de la norma EN 13432 obliga a que se degrade al menos en un 90% en 6 meses). En pilas domésticas el proceso es mucho más lento y puede llevar un año o más, lo que puede llevar a pensar que la certificación es fraudulenta, lo cual no es cierto. Un trabajo reciente en este sentido se puede consultar en la publicación original y de su repercusión mediática da cuenta la recensión aparecida en la sección The Age of Extinction del diario The Guardian.

Compostaje industrial, doméstico y materiales BioCom.

Se ha indicado en una entrada anterior que los bioplásticos no desaparecen sin más en el medio ambiente como puso de manifiesto hace unos años un artículo en el que se demostraba cómo una bolsa biodegradable era capaz de mantenerse operativa incluso tras años sumergida en el mar. Esto no es sorprendente, sino una consecuencia del hecho de que los plásticos compostables son precisamente eso, compostables. Si se tratase de materiales tan lábiles como para descomponerse en poco tiempo en el medio ambiente, y más en condiciones de baja temperatura y concentración de oxígeno como las del medio marino, carecerían por completo de utilidad. La foto que sigue corresponde a unos pellets de PHB, polihidroxibutirato (PHB) o poli(ácido hidroxibutírico) [no ácido polihidroxibutírico, que es un nombre erróneo]. Se puede observar que en cinco años sumergidos apenas han sufrido alteraciones, como era de esperar.

Pellets de polihidroxibutirato (PHB) vírgenes y después de 5 años sumergidos en agua a temperatura ambiente (no son los mismos ejemplares aunque sí del mismo lote).

Lo dicho hasta aquí deja claro que los bioplásticos no son materiales inocuos que puedan dejarse abandonados en el medio ambiente con la esperanza de que desaparezcan solos. (Un caso especial son los acolchados agrícolas que pueden dejarse en el suelo tras el período de la cosecha; sobre este tema se tratará en una entrada posterior de este blog.) Al igual que sucede con los plásticos convencionales, los bioplásticos son materiales válidos para ciertos usos y que pueden ayudar a resolver algunos problemas, como el relacionado con la huella de carbono derivada del uso de recursos fósiles; pero que no resolverán por sí solos el problema de la diseminación de plásticos en el medio ambiente, que es un problema esencialmente de gestión de residuos, no de materiales.


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Roberto Rosal | Catedrático de Ingeniería Química | Copyright © 2025