Ciencia, plástico y medio ambiente

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Los giros oceánicos y las 'islas' de plástico

Es fácil encontrar informaciones que hacen referencia a las “islas de plástico” que supuestamente se acumulan en los océanos del mundo. Incluso en medios en teoría serios aparecen frecuentemente imágenes como la que sigue, que correspondería a la acumulación en uno de los giros oceánicos y que se publicó con el pie ¿Cuáles son las 7 superislas de plástico que flotan en los mares del mundo? (Siete que serían los cinco giros principales que mencionaré más abajo y acumulaciones menores en los mares de Sargazos y Barents.) Hay otros muchos ejemplos en los que se presentan imágenes de acumulaciones espectaculares de plástico que se tratan de hacer pasar como las existentes en los giros. Pues bien, esas “islas de plástico” no existen. Son una manipulación construida sobre una realidad que sí es cierta, que es la acumulación de plástico en el medio ambiente, y en los océanos en particular. Veamos qué hay de cierto y cual es la causa de floten fragmentos de plástico en nuestros mares.

Imagen de prensa ilustrando una de las supuestas «superislas» de plástico que flotan en los mares del mundo.

Los primeros datos sobre la presencia de plástico en el mar datan de 1972 cuando Carpenter y Smith informaron de la presencia de pequeñas partículas plásticas en el mar de los Sargazos recogidas durante muestreos de plancton superficial con redes de arrastre. La densidad superficial que calcularon fue de 3500 partículas por kilómetro cuadrado equivalente a una partícula por cada 280 m2 (menos de 1 mg por metro cuadrado). La mayoría de las partículas resultaron ser pellets (material industrial) de entre 2.5 y 5 mm. Es el tipo de materiales que se ve con frecuencia en zonas próximas a instalaciones de producción o manipulación de polímeros sintéticos como las playas de Tarragona.

Este hallazgo (al igual que otros) pasó relativamente desapercibido hasta que se presentaron pruebas muy sólidas de la acumulación de plástico en los giros oceánicos. Los giros oceánicos son corrientes marinas que describen una trayectoria circular como consecuencia del movimiento de la Tierra. Hay cinco grandes giros oceánicos uno en el Océano Índico y dos en cada uno de los Océanos Atlántico y Pacífico que giran en sentido horario en el hemisferio Norte y antihorario en el Sur. En 2010 Kara Lavender Law y su equipo publicaron los resultados de veintidós años de estudios sobre muestras recogidas en el giro subtropical del Atlántico Norte. Sus resultados demostraron que en la zona de mayor acumulación (de 29° a 31° N) se concentraban algo más de 20 000 partículas por kilómetro cuadrado (una por cada 50 m2).

Law y colaboradores recogieron partículas mayores de 335 micras (una micra es una milésima de milímetro) y en su mayoría menores de 10 mm. La masa total estimada fue 1100 toneladas, que se distribuye en los aproximadamente dos millones de kilómetros cuadrados del giro. Es interesante resaltar que en 2010 aún no se había definido el tamaño de los microplásticos por lo que las partículas contabilizadas por Law y su equipo fueron en parte microplásticos (entre una micra y 5 mm) y en parte mesoplásticos (de 5 a 25 mm). El término microplástico ya había sido acuñado en 2004 por Richard Thompson, de la Universidad de Plymouth como acrónimo de 'plástico microscópico') si bien el límite superior de 5 mm para su tamaño no se fijó hasta 2015. El descubrimiento de Law no fue el único, aunque sí el mejor documentado. Unos años antes, en 2001 se publicaron los hallazgos de Charles Moore y su equipo sobre la presencia de plástico en el giro subtropical del Pacífico Norte con concentraciones máximas de 334 271 partículas/km2 (una partícula cada 3 m2).

Como se ha visto, la densidad de partículas flotantes, menos de una por metro cuadrado de superficie, y su pequeño tamaño, la mayoría menores de un milímetro, hace difícil su detección incluso cuando se navega a través suyo. La imagen a continuación es una foto real del centro del giro subtropical del Pacífico Norte: The real Great Pacific Garbage Patch. Photo by Miriam Goldstein, 2010 EX1006 cruise. Nada parecido a la primera foto, pero no por ello deja de ser un problema de contaminación del medio ambiente de primera magnitud.

Foto real de la «isla de plástico» del giro subtropical del Pacífico Norte.

Es una lástima que la realidad estropee una ficción terrorífica, pero distorsionar los hechos solo puede contribuir a que no se tome en serio la amenaza que supone la acumulación de plástico en el medio ambiente. Esto es consecuencia sobre todo de la mala gestión que hacemos de nuestros residuos. (Hay otra causas como las fugas de pellets ya mencionadas y otras difícilmente evitables como el desgaste de materiales durante su uso tales como en el caso de los neumáticos o los textiles sintéticos.) Además, lo que vemos flotando en el mar es exactamente eso, plástico que flota: la mayor parte del plástico tiene una densidad superior a la del agua y no flota; pero no por eso deja de existir.

La OCDE ha estimado recientemente que menos de un diez por ciento del plástico se recicla adecuadamente. El resto termina en vertederos o incinerado en el mejor de los casos y diseminado en el medio ambiente en el peor. La mayoría de los plásticos tienen como componente principal un polímero sintético considerablemente resistente a la degradación por lo que diseminado en el medio ambiente constituye un contaminante persistente que puede permanecer años o incluso siglos. Y hasta la fecha se han producido unos diez mil millones de toneladas de polímeros sintéticos. Se estima (en el mismo informe de la OCDE) que unos 140 millones de toneladas de plástico se acumulan ya en ecosistemas acuáticos, tres cuartas partes en ríos y el resto en los océanos. Una vez en el medio el plástico libera los compuestos químicos añadidos en su formulación y se fragmenta en trozos cada vez más pequeños, cuyo riesgo real está aún sin determinar.

En definitiva, las «islas de plástico» no existen, pero la acumulación de plástico en el medio natural es un hecho muy real y es consecuencia fundamentalmente de la mala gestión que hacemos de un material que en sí mismo es extremadamente útil, incluso insustituible en muchas aplicaciones.


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Roberto Rosal | Catedrático de Ingeniería Química | Copyright © 2025